Mejorar la seguridad y la salud de los trabajadores jóvenes

By James Marzocca | 26 de abril de 2018

Demás está decir que la seguridad de nuestra gente, nuestros clientes y nuestros socios es para nosotros una prioridad principal. Trabajamos en un negocio íntimamente relacionado con los riesgos y los peligros para la seguridad, en particular, en nuestros sitios del proyecto.

El 28 de abril, organizaciones de todo el mundo celebrarán, cada una a su manera, el Día Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo (SafeDay). Esto sirve como recordatorio oficial de que cada una de las personas que forman parte de una organización realizan su aporte a la cultura de la seguridad en el trabajo a partir de sus acciones, es decir, al cumplir con los procesos establecidos que contribuyen a mitigar los diversos riesgos inherentes al lugar de trabajo y al informar de inmediato toda vez que observan algo que puede poner en riesgo a la seguridad. Los eventos como el SafeDay nos recuerdan que nunca debemos perder de vista la importancia de estar atentos y ser conscientes.

Existe otra perspectiva que, personalmente, me gustaría que tengamos en cuenta cuando hablamos de este día. Es probable que hayan observado que este año SafeDay y el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (WDACL) se han reunido para ofrecer apoyo a una campaña conjunta orientada a mejorar la salud y la seguridad de los trabajadores jóvenes y a erradicar el trabajo infantil. Quizás piensen que esto no está relacionado con nuestro sector o lugar de trabajo. Posiblemente crean que se trata de cuestiones políticas, lejanas a nuestro día a día.

En mi opinión, reflexionar respecto de las prácticas de seguridad de nuestras organizaciones reviste la misma importancia que implementar una mirada más amplia y hacia afuera de los procesos o las prácticas que contribuyen a estas dos cuestiones. En un documento reciente de la Organización Internacional del Trabajo, intitulado Improving the Safety and Health of Young Workers (Cómo mejorar la salud y la seguridad de los trabajadores jóvenes), se indica que los riesgos para la salud y la seguridad son más elevados para los trabajadores jóvenes. Este grupo posee índices significativamente más altos de lesiones ocupacionales en comparación con los trabajadores adultos. Según ciertas estadísticas, la incidencia de lesiones no fatales en el trabajo fue un 40 por ciento más elevada entre los trabajadores jóvenes (de 18 a 24 años) que entre los trabajadores adultos. En las estadísticas, también se indica que de los 151,6 millones de niños que realizan trabajos a nivel mundial, casi la mitad (72,5 millones) llevan a cabo tareas peligrosas.

Estos números deberían preocuparnos. Como director gerente de gestión de proyectos y construcción, soy responsable de cerciorarme de que tomemos las medidas necesarias para garantizar el bienestar de los trabajadores y no dar lugar (involuntariamente) a prácticas dañinas en ningún punto de la cadena de suministro. El éxito de un proyecto nunca debe ser a costa del bienestar de un trabajador.

El Grupo de Entrega de Proyectos de Hatch encabeza el cambio e implementa prácticas formales de bienestar y pautas claras para garantizar la protección de los trabajadores que participan de nuestros proyectos. En las prácticas de bienestar de los trabajadores de Hatch, se incluyen todas las etapas de la cadena de suministro, desde el reclutamiento hasta la implementación de un plan de gestión del bienestar del trabajador para contratistas, equipos, materiales y prestadores de servicios, y socios de Joint Venture antes de comenzar a trabajar con nosotros. Nuestro equipo de gestión del proyecto cuenta con pautas y listas de verificación claras como parte de su caja de herramientas del proyecto.

Cada uno de nosotros debe hacer su parte en lo que respecta a eliminar los riesgos que corren nuestros trabajadores jóvenes y erradicar el trabajo infantil. Tenemos la responsabilidad colectiva de hacerlo. Este año, además de pensar cómo aportar un mayor nivel de seguridad a nuestros entornos de trabajo o domésticos, también debemos pensar qué hacer para dar por finalizada esta atroz y aborrecible práctica. Es nuestra obligación hacerlo.