Cómo los drones modernizan las operaciones mineras

By Paul Jim | 20 de marzo de 2018

La industria minera, que es lenta para los cambios y reticente a abordar el impacto en la economía, el medioambiente y la seguridad, se esfuerza por estar al día con los constantes progresos tecnológicos. Si el sector no se alinea con los desarrollos técnicos de rápido avance que se ven hoy en día, perderá rápidamente su posición en este mundo de regulaciones y competencia.

Para ayudar a la minería a ser más competitiva en el mundo industrial actual, los sistemas aéreos no tripulados (UAS) ofrecen una amplia variedad de aplicaciones. Los drones han atraído las miradas de todo el mundo durante la mayor parte de esta década y han llegado a formar una parte integral en la manera en que se llevan a cabo los negocios. No es extraño verlos en las noticias y en los medios, ya sea en juguetes y actividades recreativas para niños o hasta en aplicaciones comerciales, como los servicios de entrega, la detección remota y la agrimensura. A medida que aumenta el interés por los drones, también crece la cantidad de aplicaciones y tecnologías que los usan, lo que ha hecho que muchas empresas desarrollen y adapten sus UAS, su software y sus cargas útiles para que sean una incorporación rentable para muchas operaciones industriales.

Según el organismo rector que le corresponda —Transport Canada, la Administración Federal de la Aviación en los EE. UU. o la Civil Aviation Safety Authority en Australia— existen regulaciones estrictas que debe cumplir si quiere ser operador comercial de un UAS. Todas estas se establecen para mantener la seguridad aérea y para mitigar los riesgos de seguridad de los civiles, de las propiedades y del medio ambiente. Los fabricantes reconocidos incluyen con la compra una capacitación obligatoria sobre el uso del equipo. Sin embargo, es importante ampliar esta capacitación para comprender plenamente cómo funciona el UAS y llegar a ser un operador experto. Si uno de los sistemas (como por ejemplo el GPS) llega a fallar, el operador tiene que saber maniobrar el vehículo al instante y mantener el control.

Las ubicaciones remotas de la mayoría de los terrenos mineros se perfectamente adecuados para el uso de drones. Los límites aislados de las propiedades donde se realizan las operaciones mineras, que por lo general están ubicadas a las afueras de zonas urbanas, resultan ideales para los planes de vuelo en conformidad con las regulaciones de aviación.

La práctica actual consiste en realizar estudios por tierra, que con frecuencia implican enfrentarse a peligros y entornos nocivos con una alta posibilidad de lesiones. Aunque esto pudiera parecer un plan de acción más rentable y directo a simple vista, los estudios por tierra suelen ser un compromiso para la densidad puntual y la duración y complejidad del estudio. Gracias a su capacidad de realizar inspecciones o estudios diarios en el terreno sin invadirlo, los drones pueden analizar todo, desde movimientos de tierra y volúmenes de pilas de acopio, hasta grietas en la superficie y problemas con los equipos. Todo eso a la vez que proporcionan un modelo 3D de colores precisos y sumamente detallado capaz de exportar todas las producciones estándar de la industria.

Los drones ofrecen imágenes y datos que nunca antes se habían incorporado en las operaciones del día a día de una mina. Proporcionan un material visual preciso y detallado, y al mismo tiempo reducen el riesgo de que las personas sufran accidentes y lesiones, así como el tiempo directo e indirecto que lleva realizar la tarea. Como dice el refrán: "una imagen vale más que mil palabras". Y cuando la imagen se puede recolectar y a la vez se elimina la exposición a áreas peligrosas, la información resultante es de un valor incalculable.

Los drones ofrecen un nuevo nivel de recolección de datos que cierra la brecha entre los servicios por aire y por tierra. Esto les da un valor particular en las operaciones mineras, ya que antes no era factible desde el punto de vista económico realizar estudios aéreos a escala completa con demasiada frecuencia.

Como con toda nueva tecnología, existen limitaciones y dificultades iniciales, y los drones no están exentos. Sus tiempos de vuelo suelen estar limitados a entre 30 minutos y una hora, dependiendo de si se usan drones con alas giratorias o fijas, respectivamente. Proporcionan una cobertura máxima para el estudio de 2,2 km² desde una única ubicación fija, que supone una plataforma de ala fija diseñada para funcionar dentro del campo visual del operador. Hay disponibles plataformas más grandes, más complejas y más voluminosas, pero las opciones de carga útil y rango adicional tienen un costo. Las soluciones de fotogrametría son ágiles, rentables y muy poderosas. Sin embargo, no llegan a tener todas las mismas capacidades que la LiDAR (detección y medición por láser). Según las exigencias de un proyecto, se debe completar un proceso de selección adecuado para garantizar que se comprendan bien los límites de precisión y la calidad requerida. Pero algo sí está claro: los drones sobresalen cuando se los usa para inspecciones visuales y levantamientos topográficos aéreos frecuentes y relativamente pequeños.

No hay más opción que avanzar. El sector de drones industriales no hará más que mejorar sus capacidades y la lista de aplicaciones. En poco tiempo, veremos máquinas más pequeñas y con mayor resistencia mecánica que recopilen datos aún mejores. Muy pronto, los drones serán completamente autónomos y podrán volar más allá de nuestro campo visual; además, se asegurarán de que todo esté bajo control y sólo nos avisarán en caso contrario. Los drones supervisarán las tuberías en busca de fugas, inspeccionarán cables eléctricos en busca de daños y trazarán los mapas del mundo. Los enviaremos a áreas a las que de otro modo sería muy difícil acceder o que implicarían peligros muy directos para los humanos. Simplemente no hay límites para esta tecnología. En este caso, podremos decir que el cielo es el límite.