Debemos seleccionar nuestros esfuerzos para lograr los objetivos globales de reducción del CO2

By Sanjiv Save, PhD | 1 de abril de 2021

Si bien hemos establecido objetivos globales ambiciosos de reducción del CO2, hay poca evidencia de un enfoque bien coordinado y unificado. La pregunta sigue sin respuesta: ¿cómo superamos este desafío multidimensional? En mi opinión, la respuesta es simple: reduzcamos sus dimensiones. Lo llamo "hacer triaje". Quizás este término le resulte familiar en los entornos hospitalarios: en esencia, significa tener en cuenta los diferentes escenarios (y los potenciales obstáculos) y asignar prioridades en términos de lo que es más necesario, lo que generará más impacto y lo que tiene más probabilidades de tener éxito. Por supuesto, esto debe hacerse a nivel global para lograr los objetivos.

Hacer triaje es el proceso de determinar las prioridades y crear un plan de acción para asignar los recursos. Este es el abordaje que necesitamos para lograr los objetivos globales de reducción del CO2. El proceso comienza con una revisión del problema y el desafío duales que enfrentamos hoy: la ciencia y la tecnología, y las políticas y la economía, pueden limitar los esfuerzos de implementación.

En el ámbito de la ciencia y la tecnología para la reducción del CO2, hay un fuerte enfoque en la captura (en el punto de origen o del aire), el uso y/o la conversión, el almacenamiento o el secuestro. Si bien se siguen haciendo avances en todos los frentes, el vínculo con la política, la geografía y la economía tiene que priorizarse mejor. Seremos más eficaces al implementar la captura, la utilización y el almacenamiento de carbono (CCUS, por sus siglas en inglés) si aplicamos un enfoque rápido y a escala. Para dar algo de perspectiva: un proyecto comercial de tamaño significativo actualmente puede demorar entre tres y seis años en completarse, si se comienza desde cero. En este contexto, es el tiempo el que nos presenta el mayor desafío; una barrera que evitará que logremos los objetivos para el 2030.

Mas allá de superar los ciclos temporales de implementación, los países y las organizaciones también tendrán que superar los desafíos relativos a las políticas y la economía, y con esto me refiero a la falta de alineación que puede existir entre el gobierno y la industria. Estoy convencida de que la mejor forma de mover la aguja será atacar el punto de emisión de alta densidad, donde es un poco más fácil lidiar con la economía, solo por la escala. Para pensar globalmente, tenemos que actuar localmente. Consideren este enfoque como un gran ejemplo: llevar los recursos y avances tecnológicos de Canadá y Australia a China e India, contribuyendo así a mover la producción de energía del carbón al gas natural.

Eliminar completamente los combustibles fósiles llevará tiempo. Una transición y un enfoque (priorización) gestionados serán clave para reducir -y finalmente eliminar- nuestra huella de carbono. Como ciudadanos del mundo, debemos considerar cómo podemos establecer prioridades con eficacia en las políticas y los objetivos de los gobiernos y las organizaciones, y en el desarrollo de tecnología, con el fin de implementar soluciones mejores y más limpias. Podemos hacerlo determinando el paso limitante de velocidad, que es la clave para acercarnos lo más posible a nuestro objetivo de emisión de carbono, o incluso alcanzarlo.