Las finanzas sostenibles maduran al continuar el aislamiento

By Susan McGeachie | 28 de enero de 2021

Después de las fiestas, muchos nos encontramos con la decepción de volver a nuestras solitarias oficinas en casa, viendo a nuestros colaboradores en sus pequeños cuadraditos al estilo La Tribu Brady. Sin embargo, al seguir enfrentándonos a los desafíos que nos trae la pandemia global, también nos invade la emoción de darnos cuenta de que, en el comienzo de este nuevo año, nuestro compromiso de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030 está comenzando a rendir frutos en este segundo año de la década de acción del Pacto Mundial de las Naciones Unidas.

A pesar de la disrupción económica inevitable que sigue causando la pandemia, la inversión es descarbonización se está acelerando. Durante los numerosos aislamientos del año pasado, los principales impulsores superiores de presión de inversión y regulatorios finalmente lograron conectarse con la cuantificación básica de riesgos y oportunidades relativos al cambio climático. Hemos estado hablando sobre el cambio fundamental a las finanzas sostenibles desde 2002, comenzando con la visión de Kofi Annan de desarrollo sostenible como una oportunidad que podría construir mercados y crear empleo y siguiendo con la promesa de lo que esperábamos sería una conclusión final sobre la realidad financiera de los temas de los ODS por parte de Freshfields Bruckhaus Deringer. No obstante, este cambio fundamental siguió eludiéndonos hasta el lanzamiento de la Fuerza de Trabajo sobre Declaraciones Financieras Relativas al Cambio Climático

El cambio fundamental a las finanzas sostenibles se concretó durante los aislamientos de 2020. Esto ocurrió por tres razones:

  1. Se priorizaron los proyectos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero económicamente viables. Durante el último año, la mayoría de los grandes emisores globales identificaron y analizaron hasta 150 oportunidades de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de alcance 1 y 2. Las oportunidades que hoy son económica y técnicamente viables (en su mayoría mejoras menores en la eficiencia energética y de procesos) no se persiguieron antes debido a que había otras prioridades. Las presiones del escalafón superior han impulsado estas iniciativas hacia los primeros puestos en la agenda de las inversiones corporativas, lo cual generará reducciones globales significativas cuando se implementen durante los años venideros.
  2. Hay un deseo sin precedentes en el sector financiero por asignar capital a la transición a bajas emisiones de carbono, lo que finalmente redundará en reducciones significativas en el costo de capital asociado a los objetivos de reducción de emisiones y los indicadores clave de desempeño (KPI, por sus siglas en inglés). Por ejemplo, en diciembre de 2020, Lundin Energy consiguió un refinanciamiento corporativo de USD 5 mil millones con una quita de costo de capital del 0,9%, lo cual podría traducirse en un ahorro potencial de USD 40 mil millones por año. En el margen inferior se incorporan criterios de desempeño relativos a las emisiones de carbono de la producción y el nivel de generación de electricidad renovable, lo cual ofrece el primer incentivo financiero de su tipo para desarrollar una estrategia de descarbonización corporativa y cumplir con el objetivo de emisiones neutras de carbono para el 2030. Este tipo de financiación respaldará las iniciativas amplias de reducción de emisiones que requieran un nivel más alto de inversión corporativa.
  3. Si bien la evidencia de una ventaja en el precio de los bonos verdes es debatible, se espera que la creciente demanda de estos y el potencial debilitamiento de la calidad del crédito genere más beneficios concretos para los bonos verdes por sobre los bonos regulares durante 2021. En los sectores en los que es difícil reducir las emisiones, la emisión tardía en 2020 de bonos de transición de la empresa británica Cadent Gas, cuya suscripción excedió en seis veces y media la cantidad original, demuestra que los inversores están interesados en oportunidades en productos que les permitan a las empresas con altas emisiones financiar el cambio a menos emisiones de carbono.

Sin embargo, para lograr los objetivos de descarbonización de esta década, el apoyo gubernamental sigue siendo vital para concretar oportunidades de transformación como los biocombustibles, el hidrógeno y la captura, la utilización y el almacenamiento de carbono. La electrificación requiere energía con bajas emisiones de carbono. Deben desarrollarse estrategias de creación de empleo en paralelo para garantizar que todos se beneficien de estas iniciativas. Necesitaremos enfoques diversos para llegar a una solución. Por suerte, no estamos tan lejos.