Soluciones de ingeniería en la lucha contra el cambio climático

By Heather Royston | 13 de junio de 2022

Con el cambio climático que sigue incidiendo en casi todos los aspectos de la vida y de los negocios, tenemos la obligación de reflexionar lo siguiente: durante los 50 años que transcurrieron desde que se instituyó el Día Mundial del Medio Ambiente, ¿qué podríamos haber hecho de otra manera en términos sociales e industriales? ¿Qué podemos hacer de otra manera a partir de ahora? Y ¿qué podemos hacer hoy para lograr los objetivos climáticos con un impacto real?

Vivimos en lo que me gusta llamar una "cultura del descarte". Ya han pasado los días de las jarras de leche reutilizables y recargables; ahora desechamos los sachés de leche y compramos más en el almacén cuando necesitamos. En alguna parte del recorrido, decidimos juntos que era más conveniente, y tal vez más avanzado, colocar nuestro valor social e industrial en lo nuevo y accesible, en lugar de ubicarlo en lo reutilizable y sostenible. Cuando comenzó este cambio, pensamos que los recursos serían eternos. Pero ahora sabemos que es nuestra responsabilidad hacer las cosas mejor.  

¿Qué es la cultura del descarte? 

Las metas de sostenibilidad pueden parecer inalcanzables cuando intentamos abordarlas como un problema moderno que exige soluciones nuevas e innovadoras. Si bien las soluciones innovadoras son necesarias, ¿qué ocurriría si, en la vida cotidiana, comenzáramos a distanciarnos de la noción de la cultura del descarte y volviéramos a adoptar la manera sencilla y directa de hacer las cosas? 

Para lograrlo, podemos comenzar por analizar ejemplos cotidianos de la cultura del descarte. 

En muchos lugares del mundo, tenemos la suerte de abrir el grifo y que salga agua pura sin ninguna restricción; sin embargo, la conveniencia que representa el agua embotellada sigue prevaleciendo.Todos hemos visto imágenes de botellas plásticas en vertederos, pero, a pesar de saber dónde van a parar los plásticos, el 19 % de las familias canadienses admiten que beben principalmente agua embotellada1.  Se requieren millones de barriles de petróleo para fabricar las botellas plásticas necesarias para satisfacer el consumo de agua embotellada de Estados Unidos. Los consumidores desechan estas botellas en los cestos familiares para su reciclaje en lugar de volver a usarlas, y muy pocas veces se preguntan hacia dónde van esas botellas o qué diferencia existe entre la huella de carbono de las plantas recicladoras y la reutilización de los plásticos en el hogar. 

Podemos decir lo mismo de los vasos reutilizables de café. 

¿Cuántos de nosotros tomamos un café en un vaso desechable de camino al trabajo? 

¿Cuántos de nosotros hacemos lo mismo en el trabajo? 

¿Y cuántos de nosotros tiramos esos vasos desechables en el cesto de reciclables y dejamos que una planta externa se ocupe del proceso de reciclaje? 

Esta manera de reciclar nos aleja de nuestra responsabilidad como consumidores y la coloca en un sistema que requiere más energía y funciona al máximo de su capacidad. No podemos funcionar como una economía circular si evitamos de esta manera asumir la responsabilidad de reciclar y reutilizar. 

La lista de maneras en las que nos hemos convertido en una sociedad del descarte es larga y, para poder alejarnos de este estilo de vida, debemos comenzar a reacomodar nuestros valores a nivel social e industrial. 

Cómo basarnos en metas de sostenibilidad alcanzables y eficaces 

A fin de cambiar el enfoque individual y organizacional, debemos generar consciencia y tener un plan, además de medir y evaluar nuestras metas de sostenibilidad en todo momento. Debe ser un proceso dinámico, que evolucione continuamente; sin embargo, la base de la meta debe sostenerse del compromiso de reducir nuestro impacto ambiental. 

Existen algunas maneras sencillas y directas para hacerlo, tanto a nivel social como industrial. La mejor forma de comenzar es a través de la educación. El concepto de "las tres R" se enseña en los primeros años de escuela, y estas lecciones continúan en los siguientes grados. Sin embargo, en la organización, a menudo se deja de educar.  

En una organización, muy pocos empleados saben cómo funciona la cadena de suministro de la compañía o conocen el impacto ambiental de esta cadena. A fin de mejorar, debemos generar conciencia y asignar valor a la reducción del impacto ambiental de la compañía. El valor puede definirse en forma de dinero o en beneficios para el medio ambiente, y reducir la huella de carbono de una organización al lograr que la cadena de suministro sea más ecológica implica ambas cosas. Encontrar la manera de reducir los costos y el impacto en el mundo al mismo tiempo es la solución ideal, algo que no está fuera de nuestro alcance en estos tiempos.  No es necesario que las compañías cedan para tomar una decisión responsable para sus resultados y la tierra. Simplemente deben prestar atención a los detalles. 

Lo mismo ocurre en la comunidad. Mientras muchos de nosotros colocamos los reciclables en el cesto que corresponde, muy pocos nos preguntamos qué sucede después. Sin embargo, si comenzamos con educación y compromiso, podemos poner las soluciones sustentables en primer lugar, en particular para las comunidades desatendidas, donde se necesita el mayor apoyo.  

Qué sigue 

Todos podemos aportar nuestros dones y talentos para solucionar este problema. Como ingenieros, debemos contribuir con el don de la experiencia y las soluciones técnicas. Ya sea que aportemos nuestros talentos como expertos técnicos o de asesoría, debemos conectarnos entre organizaciones para crear soluciones completas y potentes y comenzar a hacer cambios graduales; de este modo, nos anticipamos a la meta general: no provocar daños y aplicar ideas originales para afrontar los desafíos más complejos del mundo.  

Si desea informarse sobre cómo diseñamos soluciones y adoptamos un enfoque integral para las soluciones de nuestros clientes, comuníquese con Heather Royston, la nueva Directora Ejecutiva del Grupo de Sostenibilidad y Medio Ambiente.