Crear valor compartido en las comunidades mineras: el cambio de la dependencia a la relevancia

By Welekazi Cele | 23 de marzo de 2021

En años recientes hemos observado un aumento de las protestas en las comunidades cercanas a las minas. Solo durante 2018 se realizaron cerca de treinta y cinco protestas en Sudáfrica, con frecuencia violentas. Desafortunadamente, Sudáfrica no es el único caso: estamos notando esta tendencia en otros países. El resultado es que se detienen las megainversiones y se pierde un valor significativo. De acuerdo con la Fundación para la Minería Responsable (RMF, por sus siglas en inglés), la industria minera ha reconocido que la licencia social para operar es el principal riesgo que enfrenta la industria por segundo año consecutivo.[1]

En 2020, la RMF publicó el Informe RMI, una evaluación basada en evidencia de las políticas y prácticas económicas, ambientales, sociales y administrativas (EESG, por sus siglas en inglés) de treinta y ocho empresas mineras a gran escala que operan en más de 780 establecimientos mineros. En conjunto, estas empresas representan el veintiocho por ciento de la actividad minera mundial en valor de producción.[2] En cuarenta y cinco países y 180 minas, el informe encontró variaciones en la divulgación de información pública y diferencias con las políticas y prácticas estatales en terreno. Por ejemplo, en cuanto a las prácticas de abastecimiento local, 129 de 180 minas tuvieron un puntaje de cero. Esto representa una desconexión enorme entre los compromisos asumidos en relación con el objetivo de desarrollo sustentable (SDG, por sus siglas en inglés) de la empresa y lo que realmente ocurre en la mina.

¿La industria está haciendo suficiente?

La industria sostiene que se está logrando progreso socioeconómico y que esto debe reconocerse. En su informe para 2018, Progreso Social en Países que Dependen de la Minería: un análisis desde la perspectiva de los SDG, el Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM, por sus siglas en inglés) mostró que la vida de las personas en países que dependen de la minería mejoró un setenta y cuatro por ciento entre 1995 y 2015.[3] Estos son países cuyos recursos minerales representan más del veinte por ciento de sus exportaciones y más del diez por ciento de su producto bruto interno.

Se observó que el progreso socioeconómico en los países que dependen de la minería es sólido, incluso cuando se lo compara con el progreso de otros países del mundo. De acuerdo con el ICMM, “La vida para las personas en países que dependen de la minería está mejorando […] Actualmente las personas en estos países son más saludables, más ricas y están mejor educadas”.[4]

Entonces surge la pregunta: ¿hay una desconexión entre lo que vemos en las protestas y el progreso que informa la industria? Parece haber una muy significativa y esto requiere una reflexión más profunda por parte de la industria minera.

Polarización socioeconómica

Quizás las protestas son un síntoma de una inconformidad y frustración más profundas, y nosotros estamos tratando los síntomas en vez de tratar la causa raíz. El frente de batalla quizás se haya movido más allá de la percepción de explotación o la no entrega de beneficios prometidos. Como sugiere la mundialmente reconocida historiadora Yuval Noah Harari en su libro, 21 lecciones para el siglo21, quizás nos enfrentamos a algo mucho más difícil. Harari destaca que "Toda la riqueza y el poder podrían estar concentrados en manos de una pequeña élite, mientras que la mayoría de las personas sufren no solo explotación sino algo mucho peor: la intrascendencia".[5]

Necesitamos pensar si la lucha de estas comunidades podría ser por los yacimientos minerales que consideran suyos y el éxito comercial del cual se consideran parte fundamental. Quizás es la humillación que sienten cuando piensan que no se les da importancia.

Un marco para crear valor compartido

Es tiempo de pisar un nuevo campo de batalla: el de la relevancia, en el que intervenciones como la filantropía y la redistribución de beneficios ya no funcionan, y en el que percibir a las comunidades como riesgos a gestionar en términos de nuestra licencia social para operar tampoco funciona. Necesitamos crear un marco que nos ayude a hacer la transición de la filantropía, la licencia social y la gestión de riesgos a crear valor compartido.

La idea de crear valor compartido no es nueva. Sin embargo, podría ser mucho más sustentable y exitosa porque utiliza la escala comercial y la innovación para impulsar el progreso social. El término fue acuñado por dos profesores de Harvard en 2011 y simplemente significa “crear valor económico de forma que también se cree valor para la comunidad o la sociedad al abordar sus necesidades y desafíos”[6] Coloca los problemas sociales en un espacio central y no en la periferia. El progreso económico del negocio se alinea con el progreso comunitario e implica no considerar a los problemas sociales como algo adicional o como un gasto. En lugar de eso, tomamos las lecciones que aprendimos de la pandemia de COVID-19, en la que nos dimos cuenta de que la productividad y competitividad de las empresas y la salud y el bienestar de nuestras comunidades eran inseparables, e hicimos intervenciones significativas.

El modelo de valor compartido tiene tres partes:

  • Reinventar los productos y mercados: considerar si los productos satisfacen las necesidades sociales y si son buenos o malos para los usuarios finales.
  • Redefinir la productividad en la cadena de valor: comprender que los problemas sociales pueden crear costos económicos en la cadena de valor de la empresa. La salud de las comunidades puede afectar en forma positiva o negativa la productividad de la empresa.
  • Facilitar el desarrollo de un núcleo local: desarrollar negocios, instituciones y entes regulatorios locales para establecer normas y directivas.

Además, en la búsqueda del cambio positivo, mejorar un aspecto genera oportunidades para mejorar otros.

Impulsar el potencial futuro

Las viejas nociones relativas a la gestión del riesgo comunitario y la licencia social para operar no nos ayudarán en la lucha por la relevancia de la comunidad. Esta es una forma de hacer la transición a la idea de valor compartido:

  • Enfóquese en que las comunidades sean relevantes para el éxito de su negocio, en vez de considerarlas un riesgo a gestionar.
  • Impulse un cambio de actitud tendiente a crear valor compartido. Ejecutar con impacto requiere más que solo un proceso, exige un cambio cultural.
  • Busque entender más profundamente las necesidades sociales, incluido el impacto socioeconómico que está causando. Tenga un plan para elevar la apuesta y entregar aún más.

Crear valor compartido exige que no seamos simples testigos frente a los problemas sociales. Necesitamos entender mejor nuestro impacto para que podamos invertir en crear comunidades relevantes alrededor de las minas. Como industria y como seres humanos, deberíamos luchar por lo mismo. Es bueno para la humanidad, para la economía y para el negocio.

Más información

Escuche la presentación de Welekazi sobre este tema en el Vigésimo segundo Desayuno Anual sobre la Minería en África de la Cámara de Comercio Canadiense-Africana y el Decimonoveno Seminario Anual de Inversiones Mineras en África de MineAfrica. Haga clic aquí para ver la grabación.