El cambio positivo no sucede por arte de magia: necesita una transformación radical de mentalidad.

By Alison Szetho | 18 de junio de 2020

En la actualidad, tanto a nivel empresarial como individual, todos estamos experimentando cambios importantes. Cambios en la forma en que trabajamos a diario con colegas y con nuestras cadenas de suministros y clientes, y cambios en la forma en que hacemos negocios en general. En muchas organizaciones se están percatando rápidamente de que un aspecto importante de la creación de negocios más flexibles involucra cambiar nuestra actitud y enfoque hacia el cambio en sí.

Todos estamos familiarizados con el adagio del filósofo griego Heráclito: lo único constante es el cambio. Actualmente esta frase suena muy conmovedora. Sin embargo, hay muchas organizaciones que aún tienen que aprender a aceptar e internalizar esta noción. Conducir el cambio de manera exitosa requiere más que una serie de pasos. Demanda una transformación radical de mentalidad.

¿Qué es el cambio positivo?

La primera distinción que debemos establecer es que no es lo mismo un cambio que un cambio positivo. 

El diccionario de inglés Oxford define “change” (cambiar o cambio en español) como “hacer o volverse diferente”. El cambio positivo va un paso más allá. Determina una cualidad del cambio que nos lleva a considerar las razones principales por las que lo realizamos. 

El cambio positivo nos invita a dar un paso atrás y cuestionarnos: ¿cuáles son los beneficios comerciales del cambio? ¿Cómo se integra a los valores de la empresa? ¿Cómo hará para tener un impacto positivo en la organización?

Tomarse el tiempo para pensar y responder a estas preguntas de manera honesta y completa establece una base sólida sobre la que pueden desarrollarse las etapas clave de la gestión del cambio a nivel de la organización. Si se adopta un conjunto de principios rectores para el cambio positivo, es mucho más probable que una iniciativa de cambio propuesta tenga éxito, es decir, que sea útil para la empresa y para el personal en conformidad con los objetivos, los valores, la visión y la misión de la organización.

Los cuatro principios rectores del cambio positivo

Para las organizaciones y los equipos que usan un enfoque altamente técnico para solucionar problemas, comprender la utilidad tangible de la mentalidad de cambio positivo puede ser un desafío. Los cuatro principios rectores del cambio positivo ayudan a anclar esta mentalidad al pensamiento práctico.

  1. El principio sobre la energía: la energía necesaria para un cambio positivo no se puede crear, solo se puede reasignar. Las organizaciones tienen una cantidad limitada de energía que pueden dirigir hacia una determinada iniciativa. El propósito de un cambio de mentalidad exitoso es influenciar a la organización y a las personas a usar su energía para crear cambios positivos y sustentables en la forma en que se comportan.
  2. El principio empresarial: los objetivos y las metas comerciales y una estrategia con vistas a alcanzar el potencial máximo deben dirigir al cambio positivo. Sin objetivos ni metas, es difícil expresar qué quiere lograr la organización y comunicar la necesidad imperiosa del cambio. Una verdadera orientación de alto nivel asegura que el cambio tenga como objetivo ayudar a la organización a alcanzar su potencial máximo e impulsar el éxito de su implementación. Y en su auténtica esencia, permite evaluar el impacto del trabajo para determinar si realmente tuvo éxito.
  3. El principio de las personas: el impacto del cambio en las personas depende completamente de sus experiencias subjetivas. Los individuos siempre experimentan el cambio según su propia realidad y el grado de alteración de sus propias expectativas, no por la magnitud del cambio desde una perspectiva objetiva. La percepción es lo que más pesa en la ecuación, por eso los programas de cambio deben tener en cuenta el contexto en el que se da, no solo el contexto específico de la iniciativa. El cambio afectará a las personas de distintas maneras y, a veces, de forma inesperada. No existe un enfoque único: los enfoques y las técnicas diferentes deberán implementarse para lo que aparenta ser un único problema a fin de maximizar la adopción en toda la organización.
  4. El principio del enfoque: el cambio debe resolver el problema pertinente en el nivel correspondiente y se debe integrar a una transformación empresarial total. Alcanzar un cambio positivo exitoso depende de las personas y de las actitudes que lo respaldan. Resolver un problema de las personas o captar una oportunidad de mejora actitudinal no difiere de cualquier otro problema u oportunidad. Se debe aplicar la misma rigurosidad utilizada para resolver problemas. El cambio positivo no implica un conjunto de actividades independientes que se pueden delegar a un grupo separado de recursos. Debe integrarse en cada aspecto de la transformación en toda la organización: procesos, tecnología, liderazgo, gestión y estructura organizacional.

Su equipo de liderazgo y su organización como un todo pueden valerse de estos principios rectores a modo de ayuda con el fin de adoptar la mentalidad correcta para un cambio positivo. No es mera retórica. Es un requisito para crear las estrategias, la planificación y la ejecución de un programa de cambio exitoso.

Cómo aplicar una mentalidad de cambio positivo

Una vez que una organización internaliza una mentalidad de cambio positivo, es momento de avanzar en pos de identificar y definir el problema, el cambio que se debe implementar para resolverlo y realizar una evaluación de preparación para el cambio a fin de determinar la brecha entre la preparación actual y futura para el cambio. Manténgase al tanto para recibir más artículos sobre la importancia de una evaluación de preparación para el cambio y sobre cómo realizarla correctamente.