Este Día de la Tierra en aislamiento no tiene precedentes y esto es lo que aprendimos sobre nuestra relación con el cambio climático

By Susan McGeachie | 22 de abril de 2020

La madre naturaleza nos golpeó fuerte en este 50 aniversario del Día de la Tierra. Nos mostró un adelanto de un futuro que será difícil de ignorar una vez que retomemos el control de nuestros sistemas sanitarios y económicos y nos adaptemos a "la nueva normalidad".

Con una comprensión más profunda de nuestros impactos individuales y colectivos y evidencia inigualable de las cosas de las que somos capaces, necesitamos enfocarnos en erradicar las barreras restantes tomando los caminos más sustentables.

La pandemia puso de relieve nuestra conflictiva relación con el cambio climático

Además de los significativos impactos en la salud y la economía, la expansión de la COVID-19 ha sido una especie de experimento climático global interesante. Estas son 3 cosas importantes que aprendimos sobre nosotros mismos y sobre nuestro planeta en el 2020:

  1. Las acciones climáticas colectivas sí funcionan. Este año se nos presentó una oportunidad única de ver lo rápido que la naturaleza puede sanarse. La reducción de muchas actividades industriales nos permitió disfrutar de cielos limpios en India e inusuales avistamientos de delfines en Italia. Si bien China fue uno de los países más afectados por la COVID-19, con casi 5 000 muertes, una investigación de Stanford calculó que la reducción en la contaminación del aire provocada por el aislamiento salvará cerca de 50 000 vidas. Está claro que una cuarentena mundial y los límites estrictos a la actividad económica global no son una respuesta sostenible al problema de la protección del medioambiente. Sin embargo, sí es evidente que necesitamos una estrategia más urgente, reflexiva e interconectada para el desarrollo sostenible.
  2. No estar preparados tiene consecuencias económicas devastadoras. Aunque todas las señales indican que la transición a fuentes de energía de baja emisión ocurrirá probablemente durante la próxima década, seguimos usando las mismas premisas de siempre para tomar decisiones de inversión a largo plazo. Un esfuerzo poco contundente para lograr energía limpia y el desarrollo tecnológico, así como una capacitación deficiente para los trabajos del futuro, dejarán rezagadas a las economías basadas en recursos, como las de Canadá y Australia. No podemos darnos el lujo de perder nuestro lugar en el creciente mercado global de bajas emisiones de carbono. En 2018, la propagación de enfermedades infecciosas apareció y mantuvo su lugar entre los 10 riesgos con más impacto en la encuesta de riesgos globales del Foro Económico Mundial. Y aún así no estábamos bien preparados para una pandemia. ¿Seguiremos el mismo camino con el cambio climático? Si es así, se espera que las consecuencias económicas sean más graves y más duraderas.
  3. Las empresas sustentables son más resilientes. Las oportunidades de crecimiento económico que se generan en la transición a menos emisiones de carbono son enormes. Incluyen la creación de puestos de trabajo más resilientes y socialmente inclusivos, dado que las industrias comienzan a reflexionar sobre los modelos de operación tradicionales. También son enormes los beneficios ambientales subyacentes. Las empresas bien administradas ya lo tienen claro. Una investigación de AXA Investment Managers demostró que los precios de las acciones de empresas con buen desempeño en temas ambientales, sociales y gubernamentales han sido más resilientes durante esta reciente caída del mercado. Un artículo reciente del ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, prevé que esta pandemia impulsará aún más la creciente influencia de los valores sociales y las expectativas sociales sobre el valor corporativo. Según afirma Carney, esta influencia será puesta a prueba por nuestra respuesta al cambio climático, ya que los riesgos asociados solo podrán contrarrestarse y las oportunidades aprovecharse "si nos anticipamos a los sucesos y somos solidarios".

Necesitamos estructuras administrativas, marcos de políticas y opciones de financiación adaptables

Cuando se trata de hacer cambios tendientes a luchar contra el cambio climático, los obstáculos administrativos y otras barreras estructurales siguen presentes, tanto en economías desarrolladas como en desarrollo. Por ejemplo, tenemos que seguir trabajando arduamente para financiar y desarrollar alternativas a la generación de energía con diésel en el norte de Canadá, a pesar de la disponibilidad de tecnologías de energía con bajas emisiones y de extensas capacidades técnicas. Una solución simple, según lo demostró un equipo de analistas jóvenes e innovadores, es incorporar al análisis de la inversión en tecnologías de energía alternativa los costos del transporte del diésel durante la vida útil de las plantas de energía a diésel renovadas o nuevas. En Sudáfrica, la incertidumbre política y el deterioro de los servicios públicos son una barrera para desarrollar plenamente la inversión de USD 15 mil millones que se reunieron a través del innovador Programa para productores independientes de energía de fuentes renovables (REIPPPP, por sus siglas en inglés).

Sin duda, los marcos de políticas y los mecanismos de financiación que creamos para las condiciones económicas del pasado pueden cambiarse para adaptarse a nuestro nuevo contexto.

Tenemos la visión, los conocimientos, las tecnologías y la capacidad para alcanzar un mundo sin emisiones de carbono. En este momento, estamos más conectados que nunca. Usemos este aislamiento para diseñar soluciones transformadoras que nos permitan luchar contra el cambio climático, para que una vez que nos recuperemos podamos, con la barba desprolija y el cabello largo, comenzar a construir de nuevo.