Éxito compartido: el valor del pensamiento ecosistémico para el futuro de la movilidad urbana

By Jarendra Reddy | 8 de noviembre de 2019

El transporte es un sector con una de las mayores necesidades de inversión en algunas de las aglomeraciones urbanas más grandes del mundo. El transporte conecta a las personas con las oportunidades de trabajo, la educación e incluso el entretenimiento. A medida que las ciudades crezcan, los sistemas de transporte tendrán que “hacer más con menos” en un contexto de recursos globales finitos. Habrá que pensar en el transporte con una mentalidad ecosistémica para satisfacer las necesidades futuras de movilidad urbana de un modo duradero y con alto impacto.

Al hablar de la movilidad urbana, la tecnología siempre se considera la solución obvia, aunque por otro lado también es la más sencilla. Pero no existe un único enfoque para todo. Adoptar un enfoque de pensamiento ecosistémico promueve una aplicación mejor elaborada de la tecnología, de manera que favorezca la creación de valor sustentable y la eficiencia urbana. ¿Qué es el pensamiento ecosistémico? Desde la perspectiva del transporte, empieza por reconocer las relaciones complejas que existen entre los usuarios, la infraestructura y los servicios que deben trabajar en conjunto armoniosamente para satisfacer una amplia gama de necesidades de transporte urbano a la vez que se logran beneficios mayores que los de los elementos individuales.

El término “usuarios” se usa de manera amplia para incluir a viajeros, operadores y propietarios (y reguladores) del sistema. Un ecosistema de la movilidad debe funcionar para todos, a fin de apoyar a las ciudades en crecimiento de forma más duradera. A continuación se mencionan cinco recomendaciones para mejorar los ecosistemas de movilidad urbana:

  1. Regresar a lo básico: respetar las reglas de proximidad
    Acercar aún más las oportunidades de vivienda y empleo disminuye los costos generales de viaje y genera las condiciones para el uso de modos de transporte más sustentables, como caminar o andar en bicicleta. Los vecindarios accesibles en los que las personas pueden vivir, trabajar y entretenerse sin desplazarse mejoran la productividad y la calidad de vida de los seres humanos y disminuye los costos financieros y ambientales que implica el transporte. Con este fin, las actividades de uso de los terrenos se deben planificar de modo que se equilibren las oportunidades de vivienda y empleo con la intención de disminuir las distancias de traslado.

  2. Comprender cómo toman decisiones los usuarios e incentivar mejores comportamientos
    Los viajeros pueden tomar decisiones de viaje individuales que mejoren el desempeño general del sistema. Por ejemplo, cuando los viajeros se enteran de los patrones de embotellamiento, las interrupciones del tránsito o las opciones de ahorro de costos o de tiempo mediante canales informativos en tiempo real (la radio, aplicaciones móviles, etc.), pueden demorar sus horarios de partida, y esto a la vez mejora el desempeño general de la red. Una estrategia de movilidad urbana importante es el incentivo de expandir la información en tiempo real para una mejor toma de decisiones. Y, si se los incentiva, los operadores del transporte público trabajarán con el fin de elevar los estándares de excelencia operativa. Por ejemplo, un operador de un servicio de transporte público por carretera puede tener vehículos equipados con sistemas de monitoreo avanzado y recibir un descuento en las primas del seguro, bonificaciones o recompensas de combustible por manejar de forma segura y respetar los horarios, entre otras cosas, y por otro lado recibir (hipotéticamente) una sanción por no tener el desempeño esperado.

  3. Aumentar la productividad de los activos: adoptar la capacidad compartida y sacarle el máximo provecho 
    Las tecnologías que permiten compartir los servicios y los activos dan lugar a un mejor uso y una mayor productividad de esos activos. Por ejemplo, los viajes compartidos reducen la necesidad de tener un automóvil, así como la demanda de estacionamiento. Los carriles bidireccionales aumentan la capacidad en la mano contraria. El estacionamiento temporal permite que haya menos requisitos de estacionamiento cuando las actividades de uso del terreno tienen distintas demandas de estacionamiento a lo largo del día.

  4. Dar lugar a lo nuevo: experimentar, aprender y mejorar 
    Hacer las cosas de otra manera requiere de la colaboración entre los sectores público, privado y académico. Una creación rápida de prototipos seguida de una implementación piloto, una mejora continua, un perfeccionamiento y una implementación a mayor escala pueden impulsar beneficios que resulten evidentes mucho antes que en el caso de los períodos prolongados de planificación antes de la implementación. Haga su tarea, sáquese un diez.

  5. Asociar el ritmo de la tecnología con la creación e implementación de políticas 
    Las políticas que orientan la planificación, el diseño y la implementación del transporte deben mantenerse al ritmo del panorama tecnológico, que se desarrolla con rapidez. Deben dirigir, integrar y promover la innovación en todo este ecosistema. Cuesta formular políticas cuando es más difícil imaginar el impacto o cuando no está claro el resultado esperado. Esto agudiza aún más la necesidad de experimentar, aprender y mejorar,lo cual a su vez promueve el aprendizaje antes de la implementación a gran escala de una nueva tecnología. Por ejemplo, las aplicaciones de viajes compartidos dan lugar a un servicio de transporte conveniente y atractivo, según la necesidad. Sin embargo, hace unos años costaba imaginar la dimensión que tendría esta tecnología sin antes verla en funcionamiento. Ahora muchas ciudades intentan ponerse al día con las políticas para procurar que los servicios de aplicaciones de viajes compartidos sean un elemento más del ecosistema de movilidad.

El futuro de la movilidad urbana exige un pensamiento ecosistémico que aproveche la tecnología de una manera mejor analizada y más intencional a fin de mejorar totalmente la eficiencia en la ciudad. Es necesario comprender e integrar la relación compleja que existe entre los usuarios, la infraestructura, los servicios y las políticas a fin de satisfacer las necesidades de movilidad de una forma duradera y que ofrezca cambios positivos a los ciudadanos actuales y a los futuros.